Usaré  mi arcabuz oxidado para herir de muerte a esa vana esperanza, tramposo  obsequio de Pandora.  Luego, ventilaré la habitación del tufillo a  pólvora, y emprenderé el regreso a mi bosque, al encuentro de alguna  mariposa que me recuerde que "sólo por hoy he de ser feliz".  Porque  cada día, la crisálida deja su capullo para volar el cielo de la  realidad, el único cielo que puede sostener nuestras alas. 
			
			
			
		
		
		
		
		
		
		 
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