"Escuchar de quien nada me conoce la palabra más sublime a mis oídos; cual hábil actor que en una escena pinta de sangre un corazón no herido. ¡A cuánta paradoja nos somete cierto cruento recorrido de los días! ¡Alguna tragedia que deviene en canto, cuánta soledad que gira en agonía! De un reo, maniatado de pesares, un alma tibia que busca tu alegría. Y del regio soberano de los mares, ni una barcaza ni un bote salvavidas".
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