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NO ME OLVIDES, por Alex Quaranta

El siguiente poema, realmente, no es tal.  Aconteció en una primavera temprana, probablemente a principios de setiembre de 1987, cuando por alguna razón desconocida –y contra mi voluntad, por así decirlo- fui arrebatado hacia un jardín vecino donde, con sorpresa, mis oídos sintonizaron el monólogo que proferían las “no me olvides”, desde un cantero pintado de amarillo oro.  Mis ojos podían observarlas,  y también al rosal y sus rosas rojas, en un costado.  La tierra se abría a mis pies, reseca, escasamente trabajada, infértil, desgarrada por las palabras de las despechadas, que eran muchas, y hablaban como una.

 

 

“NO ME OLVIDES”  por Alex Quaranta

 

¿Por qué me pides te quiera, puñado de tierra,

en el que tan solo germina una flor?

Si después de amarte, en silencio besarte,

quitas mi semilla de tu corazón.

 

¿Por qué, duro suelo, por ti yo me muero

y miras mi sangre tu cuerpo regar?

Si es mi locura tan cruel, tan oscura

la que te devuelve la fertilidad.

 

¿Por qué no me ayudas, pantano de dudas,

del jardín maldito a arrancar mi dolor?

Y dejas que crezca, mis flores florezcan,

perfumen tu campo, te entreguen su olor.

 

Yo sé que te place la flor que en ti nace.

Sé que sólo a ella le ofreces tu sal;

Y por ella vives, con ella revives,

Y eres para ella como arena al mar.

 

Pero me condenas; tu tierra envenenas

con gotas muy dulces; confundo el sabor.

Y bebo del agua que a mí me destruye

y a tu rosa roja le infunde color.

 

Ya que no soy tuya, y logras que huya,

buscaré aquel suelo que me haga brotar.

Mi raíz, mi tallo, cáliz y corola,

mis pétalos todos, resplandecerán.

 

Y cuando mis flores, de hermosos colores,

desplieguen sus alas, saluden al sol,

tú, tierra de nadie, dirás a tu rosa:

“Yo la quiero a ella, porque ella me amó”.

………………………………………………

………………………………………………

 

 

Alfombra de espinas, de un rosal en ruina.

Si  no lo mereces, ¿por qué perdonar?

Tu rosa está triste, tú la destruiste.

Aún no lo sabes: no me has de olvidar.

 

Yo soy “no me olvides”, la que a gritos pides.

A ti quise darte, entonces, mi amor.

En mí tú gozaste, tú me despojaste.

No vuelvas ahora, no pidas perdón.

 

Yo sé qué te pasa: está sola tu casa.

¿Querrías tenerme? ¿Olvidarme, quizá?

No pidas a Dios lo que Él no ha de darte,

Porque aunque lo quieras, ¡No me olvidarás!

1 comentario

BlanviferbarK -

me encantó, Alex!!Sensibilidad y candidez.
Gracias, Amigo