ACTOS HOMOFÓBICOS SOLAPADOS - Por Alex Quaranta
Los actos homofóbicos solapados también deberían ser denunciados. A mi edad, decido no tolerar ninguna idiotez. Soy un tipo honesto y nunca necesité de una mujer para mostrar quién no soy. Nunca presenté una novia ni tuve que engañar a ninguna señorita para exponerme ante la sociedad como "el hombre que a todos les gustaría ver".
Estoy en situación de duelo después de una convivencia de 15 años con la persona que amé y me amó. Y nunca me manifesté como un "ambiguo", porque no estaba en mis entrañas la malversación de mi identidad real. Ni tampoco tuve que salir con una pancarta anunciándome porque no me parecía importante, sólo una cuestión de mi vida privada.
Es casi increíble que en el año 2011 todavía se hable de "preferencias", inclinaciones, gustos, de una manera despectiva, como quien hablara del sabor de un helado, de chocolate o de vainilla. Una irreverencia y una falta de respeto total por la plena libertad de un ser humano. Máxime, en un país como Argentina, que el pasado 14 de julio aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario. Todavía hay ignorancia respecto a que una persona puede eligir su orientación sexual, su esencial deseo de intimar y amar en una relación de adultos. Alguna vez escribí al respecto (hay una nota escrita por mí) para que los padres de chicos que están en situación de ser discriminados pudieran tomar debida cuenta de ello. NO HAY ELECCIÓN. Sólo se elige vivir o no vivir quién uno es en realidad. Eso se elige, nada más.
Todavía se escucha de "cambios" en los gustos o preferencias. Como si la sexualidad se tratara de una mercancía, una prenda en un mercado de baratijas.
Nunca escuché disparates, expresiones tan desacertadas, inclusive de profesionales, de gente versada.
Pero detrás de algunas personas hay pensamientos que no se dicen, se retienen, y están en el límite de la homofobia. Y algunas estrellas que se juegan el premio de "cambiar" a una persona homosexual porque son las mujeres/hombres indicados para cumplir esa misión. Una intromisión a la vida íntima de las más vulgares. Pero, gracias a Dios, todo sale a la luz alguna vez.
Preservemos nuestra intimidad que es lo más preciado que tenemos. No dentro de un placard. Sino dentro de los límites de nuestra tolerancia y el respeto por nosotros mismos y por los otros.
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