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República Argentina y el Grado 86 - Por Alex Quaranta

República Argentina y el Grado 86 - Por Alex Quaranta

Un artículo de Númeroastro-Síntesis (R) * Por Alex Quaranta (31/01/2015)

R E P Ú B L I C A   A R G E N T I N A

9 5 7 3 2 3 9 3 1   1  9 7 5 5 2 9 5 1

          42                        44

                         86

De vez en cuando, el símbolo se nos hace presente.  Lo vemos.  Se visibiliza para ofrecernos su mensaje, en código.  Luego, si somos capaces de sostener un estado de conciencia que habilite la reflexión, recibimos su bendición, una suerte de bálsamo para la mente y el espíritu, que asimismo contagia de energía a nuestro cuerpo físico.

En esta oportunidad, aprovecharé para trabajar con la secuencia de 360 grados producida por el ocultista judío y escritor de obras esotéricas, Isidore Kozminsky, un verdadero -y casi desconocido maestro- del profundo misterio de los símbolos.  Su versión es anterior a la de los sí famosos en el ambiente astrólogico -y también maravillosos- Símbolos Sabianos de Marc Edmund Jones y la vidente, señorita Wheeler.

Hecha la codificación energética de nuestra nación según el valor de las letras de su nombre, y habiendo obtenido el número 86, pasaré a traspolarlo a la rueda o mandala de 360 grados, a fin de integrar su significado.  En dicho círculo, el 86 corresponde, obviamente, a Géminis 26. 

Para el grado 26 de Géminis, Kozminsky había percibido la imagen de "un tridente roto cayendo al mar".  Un cuadro que alude, ciertamente, a condiciones inciertas que a veces debemos enfrentar y que nunca llegan a resolverse.  Un símbolo que sugiere también evitar especulaciones (Géminis), disipar la neblina (Neptuno, asociado al tridente) de nuestros discursos y de nuestro decir (Géminis); aclarar también nuestro pensamiento y acción consecuente, abrirnos de las apariencias que engañan  a los sentidos y también alejarnos de la seducción de las formas... y, por qué no,  del canto de las sirenas -esa atractiva percepción auditiva- que puede arrastrarnos a un no-destino, hacia un desatino, una mezcla de imprudencia en el pensar y el obrar, en el decir y el actuar, el pecado (en su acepción de errar la puntería) de no ser lo que ya somos.

Inmediatamente después de estas cavilaciones, la alusión a la conmocionante muerte del fiscal como víctima número 86 del atentado terrorista perpetrado en Argentina en 1994, vino a mi mente.  Ahí estaba el 86, finalmente.

Busqué, sin mucho éxito aparente, en principio, algún indicio en el rádix correspondiente a la Independencia de Argentina.  Nada muy interesante en el Géminis 26 -grado que se ubica en la Casa IX de dicha carta-. Bueno, nada, lo que se dice nada, no.  La Casa IX es la casa de la "filosofía de vida", la casa natural de Júpiter -quien, dicho sea de paso, transitaba la Casa I de nuestro país al momento de ese "grito sagrado"; en el espacio que identificamos como el "yo soy" argentino.  Pero también Júpiter nos remite a la más alta idea de justicia.  Y esa Casa IX, entre otras posibilidades simbólicas, alude al extranjero, lo que está "allá y más allá", complementando a la Casa III -casa natural de Géminis, que nos habla de"lo que está acá", a nuestro alrededor-.

No obstante, pasadas estas primeras observaciones, se me ocurrió revisar la carta levantada para la Revolución de Mayo de 1810, cuando todavía no éramos una nación, aunque el germen, obviamente, sí estaba.  Y, allí sí, a 26 grados de Géminis encuentro a Mercurio, como intentando moverse de la Casa X a la XI... viajando desde el "territorio del éxito" al "mundo del futuro y la comunidad"...  Como-una-unidad, velozmente reclamada, pensada, lógicamente concebida...   La palabra "éxito" siempre tiene la curiosa virtud de remitirme a su versión latina "exitus", que los ingleses, con muy buen tino, dejaron para "salida" (exit).  El éxito, de alguna manera, es una salida.  Como un exilio, una retirada, pero productiva (Casa X, Saturno)  Pero, ¿hacia dónde va saliendo esa Mente argentina, plateada por la luna, espejada de tantos "mirar sin vernos" en los otros?  ¿Va saliendo -o permitimos que lo haga- con responsabilidad (Casa X)?  ¿Va pensando (Mercurio) su futuro (Casa XI) -que también es el nuestro- mientras avanza?

No voy a adentrarme  -ni quiero hacerlo- en un estudio de la conjunción de ese Mercurio revolucionario a Venus, ni de la cuadratura de éste a Plutón... Lo dejo para expertos astrólogos, especialmente los más solventes en Mundana. Yo no soy tal, no tengo formación exhaustiva en ese campo.  Pero sí puedo hablar desde la versión del simbolismo de los números.  Mercurio -asociado al número 5, es siempre rápido, astuto, y es el planeta que representa -desde ese simbolismo de números- la misión fundacional de Argentina: 9+7+1+8+1+6 = 32 = 5.  El día y el mes, forman un eje de fuerza-obstáculo (9+7 = 16/7) y el año 1816 (16/7), de potencial: ambos ejes aluden a Neptuno (7), el mar, las aguas... ¿el tridente?  Recordemos que el 7 es complementario del 3, ya que ambos nos devuelven la unidad (10/1). 

También, es muy llamativo que el tridente (tres dientes) nos remita a la idea de expansión (Júpiter, número 3); y luego, la imagen del símbolo expresado por Kozminsky, a su caída en las aguas neptunianas, al abismo. 

Con una mínima cuota de reflexión, parecería que a nuestra querida Argentina aún no la dejamos salir de la dualidad (2) que le venimos planteando; no le permitimos desprenderse de la dicotomía y pasar al 3 (al tridente) que encarna en sí mismo la posibilidad de resolver la polarización de bueno-malo, nosotros-ellos, ricos-pobres, corruptos-impolutos, y así.  En la imagen, el tridente se hunde...  Se pierde, se ahoga...  ¿Podremos rescatarlo? Porque aún no lo hemos hecho, según parece.  No hemos dejado posibilidad alguna al 3.  A la superación del 2, de lo dual, de la contradicción.  No estamos permitiendo que lo contradictorio pueda pasar a ser, cuando menos, paradójico, integrable, complementario; y cuando más, superador, expansivo, vivificante, portador de bendiciones.

Quiera Dios -tú, yo, nosotros- que esta Argentina en su versión res-pública (cosa pública) "rescate de las profundidades de su Ser" el honor que le pertenece, ese honor que no ha perdido, que jamás perderá.  Esa virtud del ser argentino que no anida en el "ellos" o en el "nosotros", sino en todos y en cada uno, como una tercera posibilidad, como el encuentro de los dos que crecen y se nutren en un mismo útero, en el vientre de esta Madre-País que nos dio de su vida para crecer y multiplicarnos.

Recuperemos el tridente: que la dualidad sea una vieja versión del dolor que nos está ayudando a madurar, para dar nuestros frutos, que son sus frutos, los de Ella; que los hijos de esta Tierra Santa, aún dolorida de parto y de madre primeriza, seamos capaces de vivir en el paradójico -nunca contradictorio- Misterio de la Vida.

 

 

 

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