Blogia
Simbholos® Simbolizando la Vida ®

Amar y querer - Por Alex Quaranta

Amar y querer - Por Alex Quaranta

Amar y querer – Por Alex Quaranta

 

Habían pasado largas horas, de muchos meses, de algunos años… Y de pronto, en medio de un diálogo de palabras que se amontonan, le escucho decir: “Yo no sé si te amo, pero te quiero…”.  Lindo.  Y, cuando menos, real.   ¿Qué importancia podría tener la diferencia semántica? Además, en lo más profundo de mis entrañas, sabía que su querer era amor.  Aunque, a decir verdad, la primera acepción de querer no es amar sino desear.  Pero esto también estaba bien conmigo, porque después de todo el deseo viene de “de-sidium”, de las estrellas, y siendo así, el deseo tiene luz propia.  Mejor todavía.  El deseo se parece más al sol que a la luna.  Sin juicios de valores, claro está.  Quizás yo le era apetecible.  No sé.  Bueno, sí sé.  Apetito, de appetitus… impulso instintivo que lleva a satisfacer una necesidad.  Bien, no hay problemas.  ¿Qué problema puedo tener yo con la satisfacción de necesidades?  Después de todo, cuando estudié la palabra “economía” por primera vez me puse al corriente de que ésta es la ciencia que estudia cómo asignar recursos escasos a necesidades múltiples.   Entonces, estaba bien también.  Si soy objeto de su deseo, es un buen síntoma para el vínculo.  “¿Qué te gusta de mí?”  Nunca se lo pregunté; o, en todo caso, no lo recuerdo ahora.  No importaba.  “Tus ojos”.  Bueno, su respuesta es más objetiva que creativa.  Tampoco importaba.  ¿Y yo quiero a esta persona?  Eso sí importaba.  Persona… máscara.  No, no.  Reformulo: ¿Y yo quiero a este ser?  Sí, quiero.  Perdón. La imagen de un altar y un sacerdote a quien responder una fórmula ritual me sacan de contexto en este momento.  Me olvidaré del “sí, quiero” por un rato.  Ahora repaso español básico.  Amor, para los académicos de nuestra lengua madre, es “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”.  No, no, no.  Será mejor que no nos amemos.  Partir de una insuficiencia personal… ¡Haberse visto semejante descaro en esta definición!  ¿Qué yo le sirva para completarse?  ¡Qué insensatez!  ¿Qué su persona me complete?  De ninguna manera.  Que me quiera, ni más ni menos.  Que me desee.  Pero que no me ame.  Me enfadé. 

Quizás tenga que admitir que me hubiera gustado escuchar, de su boca, que me amaba.  Porque tengo un posgrado en romanticismo decadente o porque leí muchas novelas en mi infancia.  Como quiera que fuere, no lo dijo. 

Pero fue en uno de esos días, en el que la magia de los ojos nos transportó a millones de años luz de nuestra galaxia… Fue un día en que su mirada se fundió con la mía y pude ver un océano en sus pupilas pequeñas… Ahí, en ese instante, abrí el diccionario del alma y atravesé su esencia con un “te amo”.  Y el eco más dulce que jamás haya oído me devolvió de sus labios pálidos un “yo también”.  Y, ahora sí, las definiciones quedarán para otra vida.  Amén.

0 comentarios