Blogia
Simbholos® Simbolizando la Vida ®

De la Mano - Hand in Hand

Él nunca fue afecto a las demostraciones de cariño en público. De eso me di cuenta a los pocos meses de conocernos, cuando desplazándonos a pie por la avenida Santa Fe, en un descuido, mi mano buscó la suya. “¿Qué hacés?” –me dijo. Glup. “Bueno, después de todo no es nada del otro mundo”, creo haberle contestado, con un poco de enojo, de ese filoso, del que corta y atraviesa la garganta. 
A decir verdad, a mí tampoco me gustaban –ni me gustan- los “escándalos” callejeros, ni los moderados, ni los leves. Pero tengo que admitir que soy un poco más atrevido de lo que él era. A esa altura, supongo que la metrópolis me había dado cierta ansia de primavera y lo intenté. Pero no habría segundo intento en los siguientes quince años de convivencia.
No obstante, a pesar de todo esfuerzo por evitarlo, un día, inesperadamente, sucedió.
Ahora caminábamos por algún lugar próximo a casa, seguramente muy próximo. Estábamos tomados de la mano, eso era perceptible, lo recuerdo bien. 
-“Vamos a casa” –le dije, de repente.
-“No, vos tenés que volver a tu lugar” –me respondió con voz firme.
Al instante, nuestras manos se liberaron. Y él desapareció de mi vista.
Entonces, conmocionado, me desperté…
Sí… estaba en mi lugar… Pero el rastro tibio había quedado estampado en mi mano izquierda, como certeza y prueba del encuentro. Y algunas lágrimas limpiaron mis ojos que le daban la bienvenida a un nuevo día de invierno.

 

Hand in hand 
He was never fond of public displays of affection. I noticed that a few months after we met for the first time; when as we were walking down Santa Fe Avenue, in an unguarded moment, my hand reached his. "What are you doing?" ’He said. Oops. "Well, after all, it is no big deal", I answered, with a bit of anger, of that sharp, cutting feeling that crosses all through the throat. 
To tell the truth, I did not like –and I still don´t like- either small or moderate street ’scandals’ ; Nevertheless, I have to admit I am a bit more daring than he used to be. At that point, I suppose that the metropolis had given me some yearning for spring and I tried. But there would be no second attempt in the next fifteen years.
However, despite all efforts to avoid it, one day, unexpectedly, it happened. 
Now we were walking somewhere close to our place, probably very close. We were holding hands, I could feel it, I remember. 
- "Come home" I said, suddenly. 
- "No, you have to go back to your place," he replied in a firm voice. 
At the moment, our hands were released. And he disappeared from my sight. 
Shocked by the event I woke ... 
Yes ... I was in my place ... The tepid trail of our contact somehow got printed in my left hand, as a certainty of the meeting. And some tears cleared my eyes that were getting ready to welcome a new winter day.

0 comentarios